Damocles vs. el deseo
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Días atrás me llama una docente e investigadora del CONICET contándome que estaba haciendo su tesis doctoral sobre documentalistas y que a raíz de ver unos vídeos de mi padre en el San Martín, quería hacerme unas consultas sobre cómo había sido su formación, estudios, etc.
Para sorpresa de mi interlocutora tuve que decirle que su formación había sido la vida y el hecho de cobrar un retiro laboral que le permitiera comprarse en su momento, una cámara de vídeo profesional que valía lo mismo que un departamento!.
Paola -se llama- con asombro o curiosidad, me pidió si no era mucha molestia tomáramos un café para conversar personalmente, algo a lo que no dude en acceder, sabrás comprender que el Edipo es algo que si no resolvíste en vida de tu progenitor, difícilmente lo hagas en su ausencia física.
Le conté la historia desde mi visión de hija y mientras lo hacía le agradecia haberme convocado para recordar tan lindos momentos. Luego, por la noche en casa, me di cuenta que él, más o menos a mi misma edad, había descubierto que era lo que más le gustaba hacer en la vida y, consecuente con su descubrimiento, puso su energía en ello.
Murió haciendo lo que siempre quiso hacer, lo que más placer le daba hacer, sin dejarse avasallar por los mandatos y deberes sociales. Hasta aquí tenemos una gran enseñanza yaolín. Aunque en honor a la verdad debo mencionar que es posible que le haya resultado más fácil apostar a ese acto, que a la mayor parte de la gente, porque tenía una espada de Damocles crónica apuntando hacia su salud.
A lo que me pregunto:
¿Será menester estar enfermo -a.k.a. en situación límite- para ir en la búsqueda de nuestro deseo?
Jime, 11 de mayo de 2010, 20:08:48 ART
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