"Me querés?"
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- mami!, ahora que me compraste ésta sorpresa te quiero un montón!
Decía el enano sentado en el asiento de atrás del auto mientras abría el estuche de su sorpresa.
Y por suerte a mí me queda claro que no se trata de eso, que él me ya quiere un montón y que un regalo no va a cambiar eso, pero ellos, los niños, saben que necesitamos oír los adultos.
Están los padres que les decimos a nuestros hijos cuanto los queremos y los llenamos de cariño porque no podemos evitarlo, esos padres, también deseamos que nuestros hijos nos digan cuanto nos quieren y que nos abracen y llenen de besos, pero esos padres no pedimos correspondencia, sabemos que en algún momento, de uno u otro modo, llegará.
Están los padres que no han podido superar su ostracismo, su mundo interno e inevitablemente se quieren así mismos más que a nadie en del mundo, aunque les digan a sus hijos que los quieren mucho.
Esos padres, permanentemente los hostigan preguntándoles si los quieren “me querés?”, es una de sus frases de cabecera, y los niños una vez más, comprenden el juego y responden que sí, entablando un vinculo transaccional. Por cada pregunta de “me querés?”, hay un sí, por cada premio/regalo habrá todos los sí que sean necesarios.
Con la amistad, la pareja, con cualquier vínculo afectivo en general ocurre lo mismo, el tipo de vínculo que uno tenga, es una elección.
Y en esa elección radicará la enorme diferencia entre alimentar/generar un vínculo como medio a hacerlo como fin.
Jime, 2 de marzo de 2010, 12:00:36 ART
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