Reflejo Pavloviano
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Todos los días, todos los santos días, todos los putos días hábiles pasan y se instalan en la puerta... en la puerta de mi trabajo por supuesto. Al principio parecía algo pintoresco, bizarro pero pintoresco... actualmente es algo detestable... respetando el motivo de su reclamo... resulta ser algo que satura a cualquier ser humano, no se puede hablar por teléfono, no se puede pensar con claridad, no se puede mantener reuniones con nadie... no se puede evitar escuchar los tambores y canciones que oportunamente deleitan...
... adorables criaturas. ¿Será posible que ni bien escucho esos dulces tambores me den ganas de tomar o comer algo, para lo que forzosamente tenga que salir a la calle y atravesar las columnas humanas?.
Jime, 16 de marzo de 2004, 12:30:21 ART