Rollito
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- ¿puedo comer ese pedacito de tarta? Lo comparto con mi hijito.
Decía mi hermana mientras yo pensaba, claro, y yo lo podría compartir con mi hijito, el rollito que tengo adosado a mi cintura, que supo ser de avispa, tiempo atrás.
Hijito que no pienso bautizar, ¿mira si se cree que tiene vida propia y decide instalarse en mi propiedad corporal por tiempo indefinido?
Ni hablar de la ley de gravedad. Si Newton hubiera nacido mujer, a los más o menos cuarenta años no habría necesitado de una manzana para pensar en esa teoría.
Podría retomar mis clases de aikido, es una actividad con una filosofía más compatible con mi religión, aunque el atuendo sea como llevar un sauna portátil durante hora y media.
Del gimnasio ni me hables, es un experimento que caducó hace por lo menos una década -por eso la admiro a ella con todo mi ser-.
Hoy me recordaron que soy blanca, ojo con eso, en unos días viajo por trabajo a un país tropical; y me remarcaron que las mujeres somos quejosas, que está en nuestra naturaleza.
Puede ser, a vos te digo, te doy el beneficio al puede ser, no voy a consentirte diciéndote que sí, que tenés razón, no vaya a ser cosa que te me mal acostumbres.
No hay caso, cada vez me acerco más a la idea de que la solución es ganar mucho dinero para poder ir sin culpa a esos lugares en donde te hacen masajes anticeluliticos, reductores, de masa encefálica y afines, mientras yo, con los ojos cerrados, me dedico a volar por algún lugar de la galaxia.
Jime, 15 de octubre de 2009, 12:47:51 ART