30 minutos
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Estába poniéndole el pijama a Luleta y como entró en esa edad en la que quiere empezar a ser autosuficiente, me pidió ponerse "yo solita" la parte de arriba.
Generalmente llego a esa hora, con poca paciencia, pero en ésta oportunidad decidí dejarla hacer.
Sentadas las dos en la cama, yo simplemente la miraba intentar meterse la parte de arriba del pijama por la cabeza y hacer mil quinientas maniobras para finalmente volver a sacársela, porque se la ponía al revés.
Su perseverancia era admirable, yo sólo estaba allí para que ella se sintiera acompañada pero sin realizar ningún tipo de intervención, hasta que pasados 30 minutos me pidió ayuda, sóla llegó a su límite.
El límite de esta noche al menos.
Me recordó a las épocas de consultorio donde a veces existían espacios de silencio infinitos, luego de los cuáles podía ocurrir que el paciente emitía algún comentario pidiendo ayuda, llegando sólo a su límite.
¿Cuántas veces en la vida solemos intervenir en el proceso del otro sin permitirle llegar a ese momento, cuantás veces nos ponemos intrusivos, cuántas veces no dejamos ser al otro?.
Jime, 26 de agosto de 2009, 21:16:53 ART