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miércoles, 27. enero 2010
Ojo, ojito, ojazo
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(esperando en la guardia oftalmológica)
- Sra. W!
- Si, soy yo, buenas tardes
- Buenas tardes ¿por qué vino?
- Porque me levanté con lagañas, tengo fotofobia y bla bla, todo me hace pensar en que podría tener una conjuntivitis
- Si pero pequeño detalle, tendría que tener los ojos “rojos”
- Si tuviera los ojos “rojos” no necesitaría venir a la guardia para hacer el descarte, a esa altura hasta el almacenero de la esquina mirándome a tres metros de distancia me haría el diagnóstico!, so, ya estoy acá y de todos modos es una revisión que vos deberías hacerme de rutina, ¿podés por favor mirarme con la lámpara y la lupa?
- A ver, mmmh, aja, mmmh, el otro ojo, apoye el mentón, mmmh, ajá… si, es una conjuntivitis… le voy a recetar.
Evidentemente no tengo cara de médica y detesto decirlo cuando voy a hacerme atender por algo mío, así que no es opción, ni lo menciono.
Pero más detesto que se pongan en el lugar del sabeloto canchero y te ninguneen, aunque sea podrían dar el beneficio a la duda.
Ay, ay, ay, la generación de los matriculados arriba de los 100 mil, me hace sentir que por tener otra filosofía de la profesión ya pertenezco a otra generación de facultativos.
En ésta ocasión parece que aplicaba la frase “ojos que no ven…”.
Jime, 27 de enero de 2010, 21:50:18 ART
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