Salmo pluvial
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Y se largó el diluvio nomás, estaba pronosticado: lluvias intermitentes, se estimaban 100ml para el día de hoy. Y el toldo del balcón habia quedado bajo, es la Ley de Murphy. Que lindo subir el toldo en medio del diluvio, sobretodo cuando se te resiste, cuando te hace frente y te desafía. Cuando el viento pampero… recordame por favor nunca más adquirir una propiedad con orientación oeste, por lo que más quieras, recordame ésta noche, con eso creo que me va a alcanzar.
Tuve que usar un martillo. Y no cualquier martillo.
Luego de lograr un set point toldo/cero, Jime/uno, reingresé al hogar a secarme mientras recordaba que hace ya mas de dos décadas -mierda!-, un día como hoy pero en el taller de ajuste, me encontraba limando un pedazo amorfo de material que un mes más tarde se convertiría en el martillo que me ayudó a ser vencedora en la batalla de ésta noche.
Pensar que con dos latas de 5 litros de aceite YPF en hojalatería hice una regadera, con un trozo de acero inoxidable en el taller de tornería hice una plomada, martillando en el yunque del taller de fragua, y ojo, que no era una fragua a gas, era a carbón, mai deusss, había que retirarle la escoria que se formaba en el centro cada tanto o corrías el riesgo de ir a sacar tu material incandescente y quedar negro como en los dibujitos, porque te explotaba en la cara.
Luego, diferentes cosas con el soldador, ese olor a estaño, y haciendo una extracción de un destilado con ácido sulfúrico en el laboratorio fabricamos lluvia ácida -literalmente hablando-.
Volvimos a la lluvia.
Una lluvia se conectó con la otra y luego vino la calma, algún día llegará la plenitud, tal como lo describe Leopoldo Lugones. ¿Te acordás de ese poema?: una fulmínea verga rompió el aire al soslayo…
Jime, 10 de octubre de 2009, 21:54:54 ART
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