Incertidumbre
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La semana pasada fuí a una charla introductoria de F. Nietzsche, fué como un popurrí diría mi abuela. No he leído mucho de sus libros, así que a los estudiosos de tal personaje les digo, abstenerse de hacer comentarios sagaces porque no es el eje central de este post. Lo digo así, como él, parece que era engreído.
No dejo de sorprenderme cuando escucho hablar de su filosofía (?) de vida porque en algún punto me identifico. La charla era interrumpida por preguntas y en un momento se mencionó su “nihilismo” y su famosa frase “Dios ha muerto”.
En lo personal, no podría autorotularme de nihilista, por el simple hecho de que rotularme me da urticaria, pero en cierto aspecto debo serlo, porque tengo una gran tendencia a deshacerme de preconceptos en relación al sentido ó razón de nuestra existencia. Prefiero imaginar un libro con sus hojas en blanco, que se va escribiendo a medida que van sucediendo los hechos.
Será por eso que no creo en el “destino”, aunque si creo que nuestras acciones van encaminando nuestro ser hacia “determinado” destino. Me pregunto una y mil veces el significado de ciertas experiencias e intento pasar las mismas por el tamiz de lo afectivo, hecho que más allá de ser evidentemente una necesidad que tengo, requiere de gran energía de mi parte.
Persigo el fin de vivir en (con) la incertidumbre, que no me desestabilice como si fuera una equilibrista principiante, amigarme con ella, aunque más no sea acomodarme junto a ella ya que sé que no es posible domesticarla.
Bitácora de vuelo domingo 13 de septiembre: la incertidumbre asusta y pareciera que más aún si no tenémos un parámetro o dogma del cual sostenernos, pero lo cierto es que es ella en sí misma la que nos congela.
Mirémos un centímetro más arriba de ella, atravesémosla -ó para ser más correctos dejémonos atravesar por ella- y veamos cuanto nos enseña, nos fortalece, nos enriquece.
Jime, 13 de septiembre de 2009, 21:44:35 ART
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